LUIS SOTO  

Hace cuatro años comentamos en la Agenda Confidencial: El espionaje en México ha sido, desde hace muuuuchos años, el deporte nacional en el que han participado presidentes, expresidentes, funcionarios públicos de todos los niveles; empresarios, “comunicadores” et al. Antes se realizaba con la técnica de los “pájaros en los alambres; hoy se hace con herramientas sofisticadas para “infectar celulares”. 

Innumerables han sido los casos de espionaje en México, pero uno de los que más impactantes fue cuando en el año 2000 el expresidente Carlos Salinas regresó a México de su autoexilio, dizque para presentar un libro donde contaba “su verdad” sobre la crisis económica y otras cositas. Antes del evento dio entrevistas a varios medios de comunicación nacionales y extranjeros, y en una de tantas declaraciones, dijo que “Zedillo fue el gran beneficiario del asesinato de Colosio”. ¡Tómala, “Neto!, Expresó el respetable. 

Un par de días después, el público que abarrotaba el escenario político se enteró de la grabación de una áspera conversación sostenida entre dos hermanos del expresidente Salinas:  Adriana y Raúl, quien estaba preso en el penal de alta seguridad de Almoloya desde el 28 de febrero de 1995. En ella, Raúl afirmó que los fondos por los que se le acusó de enriquecimiento ilícito fueron autorizados por su hermano; que una parte de ellos tenía su origen en el erario público; que una cantidad no especificada de esos recursos pertenecía a Carlos Salinas, y que los documentos falsos a nombre de Juan José Gómez Gutiérrez -entre ellos un pasaporte- los había obtenido con autorización presidencial mediante un trámite confidencial operado por la secretaría de Gobernación. ¡Tómala, “Carlangas”!  Reviró Zedillo, a quienes los malosos señalaron como el responsable de haber filtrado esas grabaciones. Salinas tuvo que salir “con la cola entre las patas”, y ya no presentó su libraco. 

Quién no recuerda la grabación de aquella conversación dada a conocer en 2009, donde Luis Téllez, quien había sido jefe de la Oficina de la Presidencia de Ernesto Zedillo, dijo que Carlos Salinas, “se había chingado toda, no nada más un cachito, de la partida secreta”.  

Y cómo olvidar a la vengativa, rencorosa, retorcida, petulante, altanera, improvisada e inepta Alejandra Sota, “comunicadora” de Felipe Calderón, a quien Josefina Vázquez Mota la calificó como “la pinche Sota”, y la acusó de filtrar conversaciones telefónicas grabadas por el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, para desprestigiarla. 

Y qué me dicen de los casos de Beltrones, Elbita, Calderón, Gamboa; del presidentito del INE, del “gober precioso”, y de otros tantos en la época dorada de la técnica de los “pájaros en los alambres”, que fue sustituida, dicen, por Pegasus.  

¿Por qué las quejas? ¿Por qué los reclamos? ¿Por qué se sienten ofendidos quienes dicen que han sido espiados?  

Hasta aquí nuestro comentario de hace cuatros. Hoy, Pegasus “revivió” con nuevos personajes de la política, la economía, la farándula y hasta la policía, quienes en algún momento de sus vidas y de sus funciones han sido espiados. Hoy también nos enteramos de que el costo de Pegasus en el sexenio de Enrique Peña Nieto fue de 34 millones de dólares, según el director de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto. Una cantidad estratosférica, dicen los que saben de este negocio, perdón, asunto, sobre todo si se compara con la técnica de los “pájaros en los alambres”.