Hace seis años, el gobierno federal anunció un programa para que los trabajadores informales – que hoy suman en todo el país casi 40 millones– se convirtieran en prósperos formales.

Ofrecía, entre otras cosas, servicios médicos y sociales del IMSS; descuentos de sus cuotas durante 10 años; atractiva rebaja en el pago del impuesto sobre la renta en el mismo lapso; pensión para el retiro, créditos del Infonavit para adquirir o remodelar su vivienda; financiamiento barato para los negocios y sus empleados.

Consideraba también otros beneficios para quienes se sumaran a la formalidad a través del Régimen de Incorporación Fiscal (RIF), que sustituyó a los llamados REPECOS. Por ejemplo: cero pagos del IVA y del impuesto especial de producción y servicios en los primeros 10 años a quienes realizaran ventas anuales hasta por 100 mil pesos; quienes superaran dicho monto, pero no rebasara los 2 millones de pesos no pagarían IVA ni IEPS en el primer año, y les otorgará descuentos durante los siguientes nueve.

¡Casi el paraíso terrenal! Decían algunos informales que estaban pensando en dar el salto mortal de un trapecio a otro para gozar de todos los placeres que les prometía el gobierno.

El Programa fue un fracaso, como lo fueron otros que se crearon en anteriores sexenios.

Este año, el gobierno de la 4T puso en marcha otro programita, con el rimbombante nombre de Régimen Simplificado de Confianza (RESICO) que ofrece algunos incentivos que otorgaron los anteriores esquemas y uno que otro “plus”. Quienes han aprovechado este esquema son los empleados que cobraban por honorarios, honorarios asimilados a sueldos, profesionistas que trabajan por su cuenta, por sólo mencionar algunos.

Los casi 40 millones de trabajadores informales lo han despreciado porque desde hace décadas llegaron a la conclusión que no pagar impuestos por la actividad que desempeñan es vivir en el paraíso. Ante esa negativa, el Servicio de Administración Tributaria ha hecho saber que para convencerlos de que ingresen a la formalidad, en las próximas semanas realizara visitas a los tianguis, mercados, puestos de carnitas, de tlayudas y otros establecimientos que operan en todo el país en la informalidad, para explicarles las bondades del RESICO, después de que la Concanaco y el SAT firmaron un acuerdo para dicho fin.

Las preguntas obligadas son: ¿Cómo le hará el personal del SAT para pedirle a los millones de ambulantes que existen su información para saber si están dados de alta en ese organismo y cumplen con sus contribuciones al fisco? Y si le niegan los datos qué hará la institución. ¿Les aplicará una multa? ¿Les impedirá que sigan vendiendo en tianguis, mercados y puestos callejeros?

En 2014, cuando se anunció la creación del RIF, el entonces secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, comentó que para combatir la informalidad en la que se encontraban millones de personas en todo el país, el gobierno Federal tenía dos líneas de acción”: la zanahoria y el garrote. Para quienes no les quedó claro el “método”, o quienes pensaban que ese tubérculo sólo servía para mejorar la vista, Guajardo lo explicó de la siguiente manera: “La zanahoria es el incentivo para que quienes quieran construir juntos el futuro de este país, puedan incorporarse a la formalidad a través de un paquete de inclusión financiera, programas públicos de apoyo al emprendedurismo y microempresas; tratamientos preferenciales en el pago de sus contribuciones en cuanto a gradualidad, como es el Régimen de Incorporación Fiscal (RIF)”. ¿Y el garrote para qué lo va a utilizar? Preguntaban los ingenuos ambulantes. ¡Pues para agarrarlos a palos! Pensaría cualquiera.

Parece, nada más parece, que el gobierno de la 4T está pensando en esas mismas dos líneas de acción, pero ahora apoyados por la CONCANACO. Vamos a ver en que termina este delicado asunto.